Nombre: Patricio Chacón Moscatelli
Ubicación: Providencia, Santiago, Chile

Ingeniero Civil Mecánico (E) de la U. de Concepción, Egr. 1967, Maître en Cienc. Sociales, Mención Etica, Arcis Paris XII Val de Marne, 1998, dos hijos, uno de ellos con fuerte retraso mental. Por favor ignorar los "datos" del horóscopo y del año zodiacal. Los agrega el programa, sin mi permiso.

viernes, marzo 31, 2006

Anexo I El autoritarismo visto por Adorno

ANEXO I

El Autoritarismo visto por Adorno.



En este Anexo veremos cuales son las características de la personalidad autoritaria según Adorno, Sanford, Frenkel-Brunswick y Levinson, expresadas en su libro "La personalidad autoritaria" {12}.

Nos parece que esta inclusión era imprescindible, por varias razones. Entre las más importantes, debemos destacar las que siguen.

Por su seriedad, el prestigio de sus autores y su tamaño, que la hacen la mayor de todas las obras dedicadas al tema del Autoritarismo, y probablemente la más famosa entre los estudiosos del Autoritarismo, aunque no sea la más conocida.

Por haber sido iniciada con una hipótesis y método completamente diferente al estudio de Piaget y sin ninguna relación con este último, lo que no ha impedido que sus conclusiones sean coincidentes en muchísimos puntos, y además, complementarias, según nos parece entender.

Por contener gran cantidad de excelentes descripciones del modo de actuar de los adultos cuando usan el Autoritarismo y sus razones psicológicas, lo que era dable esperar por cuanto partió del análisis de esas actuaciones y las características de los sujetos que las ejecutan. En Piaget no aparecen explícitamente analizadas, aunque hay buena cantidad de referencias y consideraciones de lo que las tendencias de los niños pueden producir en los futuros adultos resultantes; porque es razonable que no se den en los niños con el grado de intensidad ni las terribles consecuencias con que se presentan en los adultos, en especial si esos adultos logran acaparar poderes de gran alcance.

Finalmente, y como resumen de las razones anteriores y otras no mencionadas, porque es un complemento muy importante en el bosquejo de una teoría general acerca del tema del desarrollo moral, ya que el Autoritarismo es, tanto una de las etapas inevitables de la evolución ético-moral de las personas como uno de los resultados permanentes y finales posibles de la falta de desarrollo moral.

Nuestra intención no es resumir este tratado de más de 900 páginas, ni mucho menos. Sólo extractaremos las características que los autores consideran las más importantes, que están justificadas en el conjunto de la obra con las herramientas propias de la escuela psicoanalítica de la época. El uso de ellas y nuestra ignorancia al respecto nos impiden hasta la inclusión de algunas de las razones dadas para justificar algunos aspectos de las características dichas; con mayor razón el adentrarnos en sus detalles.

Finalmente, debemos decir que las características que veremos son, si no nos equivocamos, las extremas de una personalidad autoritaria. Las equivalentes de la personalidad democrática están descritas en esta obra, pero desperdigadas a lo largo de ella y mencionadas en los análisis psicológicos en comparación con las autoritarias, por lo que no nos hemos atrevido a tratar de resumirlas.

Los autores y sus equipos trataban de encontrar una medida de la permeabilidad de la sociedad norteamericana de su época al antisemitismo, que había hecho estragos en Europa y horrorizaba al mundo entero. Con ese objeto, desarrollaron una encuesta, su escala y su método de evaluación, que denominaron «escala AS» -de Antisemitismo, suponemos-.

Cuando se dieron cuenta que el antisemitismo era sólo una expresión de una tendencia más general, a la que llamaron «etnocentrismo», hicieron un trabajo semejante para lograr la «escala E» (abreviación de etnocentrismo).

A raíz de resultados repetitivos pensaron que habían descubierto otra tendencia más general aún e hicieron una nueva escala, a la que llamaron Conservadurismo Político Económico, (CPE), pero desecharon dicha hipótesis por falta de buenas correlaciones entre la nueva escala y las anteriores.

Como era claro que había indicios de una tendencia más general que soportaba a las anteriores, siguieron la búsqueda hasta llegar a individualizar inclinaciones psicológicas duraderas, producto de una estructura profunda de la personalidad y que se expresan inconscientemente; así diseñaron y probaron una nueva escala, la «escala F», destinada a medir el Fascismo en cada persona.

Con todas las escalas realizaron un proceso de depuración que logró finalmente una buena y eficiente discriminación de cada variable y del conjunto, aunque reconocen que mayores esfuerzos lograrían aún mejores resultados, y lamentan tener que terminar el estudio por falta de nuevos recursos. También lo lamentamos.

El éxito obtenido se explica más que nada por la experiencia previa de los autores en este tema, acompañado de grandes recursos. Y si el tratado es impresionante (908 páginas), también lo es la bibliografía. Se cita contínuamente a los más famosos tratadistas en las especialidades usadas, entre los cuales están, aparte de los autores, S. Freud, E. Fromm, N. Horkheimer, A. B. Chisholm, E. H. Erikson, W. A. Kerr, A. H. Maslow, W. Reich, J. P. Sartre y cientos de autores, todos casi igual de famosos, entre los que NO está J. Piaget, a pesar de que su incursión en el tema data de 1932.

i.1.- Las variables del Autoritarismo, según Adorno.

En busca de una buena encuesta para captar y medir la características principales, no todas, de esta personalidad autoritaria, y gracias a las experiencias obtenidas de las encuestas anteriores y sus depuraciones, definieron 9 variables básicas y las correspondientes actitudes hacia cada una de ellas, que permitirían detectar a los sujetos «altos» o autoritarios y a los sujetos «bajos» o democráticos. Curiosamente, los mismos nombres que usó Piaget.

Las variables, y una breve descripción de cada una, son las siguientes:

1-Convencionalismo. Adhesión rígida a valores convencionales y prejuicios.

2-Sumisividad autoritaria. Actitud de sumisión y aceptación incondicional respecto a las autoridades morales del endogrupo (grupo al que se pertenece).

3-Agresividad autoritaria. Tendencia a buscar y condenar, rechazar y castigar a individuos que violan los valores convencionales o del endogrupo.

4-Anti-intracepción. Oposición y rechazo de lo subjetivo, imaginativo y sentimental.

5-Superstición y estereotipia. Creencia en la determinación sobrenatural o mágica del destino humano e inclinación a pensar en categorías rígidas.

6-Poder y "fortaleza". Preocupación por la dimensión dominio-sumisión, fortaleza-debilidad, mandante-mandado; identificación con las figuras que representan el poder; exageración de los atributos convencionalizados del yo; valoración excesiva de la fuerza y de la dureza.

7-Destructividad y cinismo. Hostilidad y vilipendio general de la humanidad; al desatar su acción destructiva sobrepasa hasta los valores propios del endogrupo.

8-Proyectividad. Disposición a creer que en el mundo ocurren cosas desenfrenadas y peligrosas; asigna gratuitamente a los demás la intención de cometer actos hacia los que tiene predisposición y que son sus impulsos emocionales reprimidos.

9-Sexo. Preocupación exagerada por los "hechos" sexuales.

El análisis más detallado de cada una de estas variables tiene el indudable valor de mostrarnos las características propias de la personalidad autoritaria, principalmente aquellas más relacionadas con el antisemitismo y el etnocentrismo, ya que así se lo propusieron los autores.

Se insiste en que se habla de una «personalidad autoritaria» porque estas variables se dan como resultante de una estructura interna del caracter del individuo, que es coherente con la expresión de dichas variables. Esta noción de «personalidad» es la que hemos llamado «monolítica», diferente a la que plantea Piaget, quien postula que las personas usan diferentes modos según el ámbito de actividad en que se encuentran. Aquí hemos usado la noción de Adorno y la seguiremos utilizando, aun cuando creemos que la correcta es la de Piaget.

El análisis de cada variable se acompaña de las preguntas o item de la encuesta, pero las omitiremos tanto por su extensión excesiva como porque no son indispensables para lograr el objetivo de este Anexo. No haremos citas textuales por las mismas razones, pero hemos intentado no agregar nada de nuestra cosecha ni de lo que hemos visto de Piaget, y si aparecen conceptos o descripciones similares es porque están en el libro. Nuestras aclaraciones u observaciones están claramente identificadas, pues van entre paréntesis cuadrados [].

i.1.1.- Convencionalismo.

Se trata de un tipo de convencionalismo rígido y externo, de la aceptación de prejuicios de manera también rígida y hasta literal, sin consideración de las circunstancias que acompañan al hecho en cuestión. Es la adhesión a los valores convencionales del endogrupo sin el adecuado y necesario análisis propio, sólo porque es lo aceptado por el grupo. Es la que lleva al individuo a criticar al exogrupo (los que no son del grupo propio) por determinadas acciones y, simultáneamente, a aplaudir la firmeza con que el endogrupo ejecuta las mismas o peores acciones. Es una aceptación de dichos valores por presión externa, lo que hace que, cuando cambia la autoridad externa, se cambie con gran facilidad a otra serie de valores convencionales, aún si son diametralmente opuestos. Es el que permite se siga con la conciencia tranquila al pasarse de un fanatismo de derecha a otro de izquierda, o viceversa, y continuar con idéntico fervor: las conversiones fanáticas.

i.1.2.- Sumisividad autoritaria.

Es la componente masoquista del Autoritarismo. Es el deseo y la necesidad de un líder fuerte y poderoso. Implica la obediencia (o la rebeldía) ciega al líder o a la causa, sin análisis personal, por simple acatamiento. Es la necesidad emocional y total de un respeto exagerado y desequilibrado por "su" superior o autoridad, no realista. Es la expresión de la incapacidad de dar forma a una autoridad interna: la propia conciencia. Simultáneamente, es la manera de dar salida a sentimientos ambivalentes: impulsos hostiles y rebeldes hacia la autoridad, ocultos y reprimidos por temor, llevan al sujeto a exagerar el respeto, la obediencia, la gratitud, etc., hacia el líder o la causa, lo que hace al individuo susceptible al manejo por un poder externo fuerte.

El antisemitismo y el etnocentrismo, expresiones del Autoritarismo, consisten en la represión, por obligación externa, de la hostilidad hacia las autoridades del endogrupo, y sus aspectos «malos» -injusticia, egoísmo, despotismo- se les asigna o proyecta al exogrupo, a los que se acusa de dictatoriales, plutócratas, ambiciosos de dominio y de poder, etc. Este desplazamiento no realista de las imágenes negativas es sólo un complemento de su expresión física: la agresividad autoritaria.

i.1.3.- La agresividad autoritaria.

Como el sujeto se ha sentido oprimido y privado de sus placeres por vivir sometido a un sistema rígido de restricciones y sentimientos de culpa, busca en quien «descargarse», disgustándose particularmente cuando los del exogrupo, a su juicio, "se salen con la suya". [Los signos " " , ( ) y « », así como los ejemplos son los del original]. Esta es la componente sádica del Autoritarismo. Presenta características contradictorias de temor al castigo y tendencia a castigar, de crítica fuerte por la sensualidad imaginada en el exogrupo y de sentimientos sexuales propios violentos y turbulentos, y simultáneamente, reprimidos. Su agresión hacia el exogrupo se apoya en razones de alta moral, lo que no impide que, al sentirse apoyado por sus autoridades externas (o por la multitud), su agresión pueda alcanzar las manifestaciones más violentas, y persistir cuando los valores morales que lo justificaron se han perdido de vista o son francamente transgredidos: asesinar al que se acusaba de tener intenciones de asesinar. Como se verá con más detalle en la proyectividad, el sujeto proyecta sus propios impulsos inaceptables en los otros; tiene la necesidad de encontrarlos inmorales y aprovecha que no tengan la misma rigidez moral suya para condenarlos, o simplemente les inventa aviesas intenciones.

[Las comillas que vienen son nuestras e indican transcripción textual].

La causa profunda de esta rigidez, automatismo y falta de coherencia es la "dependencia de agentes exteriores para tomar las decisiones morales, y se puede decir que la conciencia está externalizada." [Es exactamente lo que postulaba Piaget en 1932; Adorno et al. (sus fuentes y colaboradores) usando el método psicoanalítico ortodoxo de su época; Piaget et al. deduciendo de sus investigaciones con los niños, antes de que ocurrieran los horrores del nacismo].

A esta condición los autores le llaman "debilidad del yo", "falta de integración entre los agentes morales que el sujeto acata y el resto de su personalidad." Está avalada por una extensa discusión en terminología psicoanalítica especializada, como la que se acaba de ver, y que no nos atrevemos a resumir. Esta debilidad del yo se expresa tanto por las tres variables que acabamos de ver como en las tres que siguen.

i.1.4.- Anti-intracepción.

Es la actitud de oposición a la introspección (lo opuesto a la intracepción es la extracepción y es diferente a la anti-intracepción), la actitud de impaciencia y de franco rechazo a las personas que son tiernas, subjetivas e imaginativas. El sujeto anti-intraceptivo "teme pensar en los fenómenos humanos porque podrían acudir a su mente pensamientos reprochables; rehuye los sentimientos genuinos porque teme perder el dominio de sus emociones". Por no estar seguro de ser interiormente correcto, teme quedar al descubierto, por lo que rechaza la «intromisión» de terceros, por lo que evita los temas personales y las relaciones personales, negándose a conocer y a dar a conocer lo que cada cual piensa y siente. Prefiere dirigir sus esfuerzos y energía a las actividades concretas, a la práctica directa y continua. "Era característico del nacismo difamar todo aquello que tendiera a crear en el individuo conciencia de sí mismo y de sus problemas." Esta actitud lleva a la desvalorización de lo humano y a la sobre-estimación de lo material, lo que conduce a que los seres humanos sean tratados como cosas que se manejan fríamente, mientras que los objetos materiales se invisten de atracción emocional, recibiendo amorosos cuidados.

i.1.5.- Superstición y estereotipia.

La superstición es la tendencia a explicar los fenómenos de la naturaleza por causas fantásticas, divinas, mágicas, y de la creencia en la validez de "conocimientos ocultos" y misteriosos; y, la estereotipia, "la disposición a pensar en categorías rígidas, y en cierta forma, de falta de agudeza psicológica y social". Es la tendencia al prejuicio irracional. [La falta de agudeza psicológica y social, según nos han explicado, es la incapacidad de captar debidamente las sensaciones y estados de ánimo de los otros, y, por lo tanto, de graduar la acción propia para adecuarla a los cambios que se van produciendo. Esto se detecta en que el sujeto actúa llevado de sus ideas sin percatarse de la oposición de los demás, y, por lo tanto, ignorándola].

La superstición muestra la tendencia a responsabilizar a las fuerzas externas, misteriosas e ineludibles, por las fallas y dificultades internas, que no se siente capaz de asumir. "Es como si el yo se hubiera dado por vencido" de antemano. Ambas características se disfrazan de científicas, con el uso de clichés como "está demostrado que..." , "como todo el mundo sabe..." o bien, "según estudios muy antiguos,...", seguidos de sus creencias o estereotipos fantásticos y a menudo contradictorios.

i.1.6.- Poder y fortaleza.

Esta variable se refiere a la frecuente exageración de los atributos que se supone debe tenerse. Es la expresión del "complejo de poder" y de supercapacidad de los buenos. Muestra la predisposición a ver toda la relación humana como expresada en términos de los extremos fuerte- débil, dominante-subordinado, líder-seguidor y otros semejantes. Resulta contradictorio el deseo simultáneo del sujeto a identificarse con ambos extremos. Desea el poder y la fortaleza, pero teme llegar a tenerlos y tener que manejarlos. Es decidido admirador del poder y la fortaleza en otros, y tiene tendencia a someterse a los que lo detentan. Desea y necesita una estructura jerarquizada con superiores e inferiores y no le importa tanto ser el líder o el seguidor como el que se mantengan las diferencias: su ideal es una estructura donde pueda ser el siervo de los superiores y el amo de sus subordinados. En una estructura de este tipo, demuestra gran habilidad para obtener sus fines personales, maniobrando con sagacidad y astucia para establecer y romper alianzas. Si su posición en esa estructura es baja, se conforma con la cercanía o relación con "los de arriba". Acepta y justifica las razas superiores, y por ende, las inferiores.

i.1.7.-Destructividad y cinismo.

A diferencia de la agresividad autoritaria, que busca descargar sus fuertes impulsos agresivos resultantes de la limitación externa de la satisfacción de sus necesidades, todo esto llevado por su indignación moral, la presente variable indica esta misma tendencia pero sin la justificación moral: cualquier justificación o racionalización sirve para desatar su destructividad. Se siente atraído a realizar una extinción definitiva de los malos, a arrasar al enemigo. Basta que piense que todos harían lo mismo que él, si pudieran, si fueran igual de fuertes que él, para no sentirse responsable; entonces no tiene escrúpulos. Su cinismo lo lleva a proclamar que su agresión se valida sólo por el hecho de ser útil. El fin justifica cualquier medio; lo ideal es que no lo descubran, pero si llega a ocurrir, negará cualquier evidencia o habrá un subordinado que se sacrificará por su líder, asumiendo haber actuado contra las instrucciones, por iniciativa propia.

i.1.8.- Proyectividad.

Hemos visto ya, en las variables anteriores, la función de esta variable. Es la proyección que hace el individuo autoritario de sus propios impulsos reprimidos sobre los miembros del exogrupo, que cargan así con sus culpas. La tergiversación de los hechos responde a una necesidad psicológica profunda. Suele recurrir a la afirmación, sin pruebas, de estar usando un mecanismo de defensa preventivo por lo que podrían hacerle si él no actuara a tiempo. Está siempre preocupado de protegerse de las "fuerzas del mal", complots externos y conspiraciones de los ambiciosos de poder, que lo agreden para tratar de recuperarlo o de arrebatárselo.

i.1.9.- Sexo.

Presenta una actitud alienada frente al sexo, la tendencia a castigar su expresión franca y libre, como contrapartida a sus inhibiciones y represiones internas, así como de sus permanentes sentimientos de culpa. Como ya se ha dicho, sus inclinaciones y sentimientos sexuales internos son violentos y turbulentos, lo que acentúa sus remordimientos y sentimientos de culpa, así como su tendencia a autoreprimirse.



Los autores insisten en que todas las variables se dan mezcladas y reforzadas entre sí, en una interacción íntima; en su conjunto, constituyen una totalidad. Esta integridad se explica repetidas veces de diferentes modos, y se insiste en que cada una de las variables requiere de la presencia de las otras para poder manifestarse.

i.2.- Conclusiones.

Como se puede haber notado, hemos usado en esta Tesis algunos conceptos de Adorno y también muchas características que él menciona en su estudio para completar nuestras caracterizaciones de la Ética Primitiva y del Autoritarismo, por cuanto nos parece que sus hallazgos son plenamente aplicables a nuestro esquema, a pesar de las diferencias paradigmáticas entre Adorno y Piaget, y también entre Adorno y nosotros.

Pensamos que el cambio de paradigma psicológico no cambia las características observadas, y que sólo se modifican las explicaciones sobre ellas, por lo que es válido usarlas mientras sean coherentes con lo que nosotros también observamos.

Los autores expresan, en diferentes partes del libro, que la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y en especial, el caso del nacismo en Alemania y su triste protagonismo en ella, han servido de ejemplo privilegiado para extraer las características más salientes del Autoritarismo. Nos parece terrible que tengan que ocurrir sucesos tan lamentables como ése para que se despierte la necesidad de estudiar las tendencias latentes en la humanidad que puedan llevarla a tan lastimoso ejemplo de barbarie. Y que sin embargo, la falta de fondos suficientes hiciera que ese estudio terminara sin llegar a obtener las herramientas necesarias para asegurar que no se volviera a repetir.

Nos parece doblemente terrible, porque se ha repetido la barbarie, varias veces y en varias partes, hasta con las mismas palabras, las mismas justificaciones y las mismas terribles consecuencias; porque no nos parece razonable decir que sean menos terribles porque las víctimas no llegan a igual cantidad de millones que entonces. El nuestro es un esfuerzo para tratar de que las experiencias no se sufran en vano. En especial, la muerte y/o desaparición de miles de chilenos, cuyo «pecado» fue creer en sus ideas y ser consecuentes con ellas, entre las que lamentamos las muertes de varios de nuestros amigos más queridos, el exilio de miles de chilenos, incluída parte de nuestra familia, el terror de los niños chilenos "de la Unidad Popular", entre ellos nuestros hijos, ante los uniformados, cuando eran pequeños ("¿porqué ellos quieren matar a los de la UP?") y muchos otros sufrimientos de todo nuestro pueblo; en general, lo mismo que les ocurre a todos los pueblos que han vivido y que vivirán todavía el atropello de su dignidad de personas, origen primario de la desgracia de los sometidos, y también de los sometedores.


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