Nombre: Patricio Chacón Moscatelli
Ubicación: Providencia, Santiago, Chile

Ingeniero Civil Mecánico (E) de la U. de Concepción, Egr. 1967, Maître en Cienc. Sociales, Mención Etica, Arcis Paris XII Val de Marne, 1998, dos hijos, uno de ellos con fuerte retraso mental. Por favor ignorar los "datos" del horóscopo y del año zodiacal. Los agrega el programa, sin mi permiso.

viernes, marzo 31, 2006

Tesis Capitulo III Dos Modos .... -Parte Final

III.6.3.-Período del Autoritarismo o heteronomía ético-moral.

La fase autoritaria, a nuestro juicio, puede ser vivida por las personas a causa de diferentes circunstancias, lo que da origen a la distinción de al menos tres autoritarismos, el infantil, el originado por desconocimiento, y aquel que es impuesto por el medio social.

III.6.3.1.- Autoritarismo infantil.

Esta forma de autoritarismo es, a semejanza de la anomía infantil, inevitable, puesto que todas las personas hemos pasado -y todas pasarán- por ella, al menos durante la mayor parte del período que media entre la primera infancia y la pubertad.

Si se compara con la fase de anomía, ésta constituye un gran avance evolutivo, que implica aprendizajes complejos de complicadas habilidades y conocimientos. Comparada con la fase de la Ética Primitiva, en que la relación tiende a efectuarse mediante la violencia física, la que se "entiende" muy fácilmente, la fase del Autoritarismo resulta mucho más complicada, puesto que se requiere "entender" conceptos más abstractos que la violencia. De todas maneras, el Autoritarismo irá surgiendo en coexistencia con la Ética Primitiva ya desarrollada en la medida que el infante progresa en varios frentes distintos, ayudado por el cariño y los cuidados que le prodigan. Se está pasando de la carencia de reglas a la actividad normada de manera sistemática. Coincide con otras etapas evolutivas de enorme actividad, tales como los desarrollos cognitivos, los del conocimiento de sí mismo, aprendizaje y perfeccionamiento del uso del lenguaje, etc.

Durante esta fase, la niña o niño tienen en sus padres -o quienes los reemplacen- la primera fuente de conocimientos, lo que vale también para el conocimiento de las reglas ético-morales, las que muchas veces se confunden con las regularidades físicas. El sol se esconde de noche tanto porque es una característica de la naturaleza como porque "debe" esconderse, tal como una persona "debe" dormir (Cf. Piaget, J. "El criterio..." {1}, ps.158-159).

Los padres, y por extensión también los adultos en general, tienen para el infante un prestigio tan grande -son tan superiores y poderosos- que no es extraño que sienta y piense que su autoridad es indiscutible, que son la fuente de todo conocimiento, ellos son los que saben, y que existe una diferencia fundamental con respecto a él: constituyen la primera y más fuerte de las autoridades superiores y externas de toda la vida del sujeto.

Pero no sólo el infante se siente naturalmente inferior a sus padres y a los adultos. Además carece de habilidades y conocimientos que le permitan "salir" de su egocentrismo inicial: no puede imaginar el punto de vista de los otros, no maneja la reversibilidad, entre otras incapacidades. Su desarrollo en éstas y otras áreas tomará tiempo y mucho ejercicio.

También en este caso, es posible que personas que han pasado la niñez, a causa de incapacidades físico-biológicas y/o psicológicas, continúen por largo tiempo o indefinidamente viviendo en este modo.

Este autoritarismo infantil puede ser evaluado desde dos perspectivas: una, como un avance significativo con respecto a la Anomía y la Ética Primitiva precedentes, y la otra, como desconocimiento de una alternativa mejor que las ya conocidas, junto con la incapacidad -aún- de imaginarlas.

Este autoritarismo infantil existe o se manifiesta por cuanto la persona conoce y es capaz de actuar sólo con anomía, con Ética Primitiva y con Autoritarismo.

La persona opta por este modo porque le permite regular de la mejor manera que le es posible sus relaciones con los demás, consigo mismo y con su medio. Sus otras opciones son la Anomía y la Ética Primitiva, a las que los niños -y a veces también los adultos- recurren ocasional pero repetidamente, comprobando casi siempre que las relaciones se resienten y deterioran -con la probable excepción de algunas experiencias lúdicas, entendidas claramente como juegos-.[33]

Cada nueva experiencia refuerza la opción -no consciente- por el uso del modo autoritario en vez de la Anomía o la Ética Primitiva: produce aceptación de los otros significativos, coordinación sin violencia de las acciones propias con las de los demás, mejora de la autoimagen, etc., todo en complejas combinaciones que se refuerzan entre sí.

Obviamente, la persona que opta por este autoritarismo lo hace porque no conoce todavía o no ha aprendido aún otro modo ético-moral que le sirva mejor. En este sentido, es una opción por desconocimiento de una mejor alternativa.

Debe notarse que este desconocimiento no significa que el sujeto no haya estado presente cuando otras personas actuaban con Individualismo o Autonomía -es muy probable que haya estado y que se diera cuenta de que "actúan y deciden" de manera diferente, hasta de las ventajas que esos modos dan- pero «conocer» en la acepción de «presenciar» o de «ser capaz de reconocer» es muy diferente de «comprender» y con mayor razón de «ser capaz de actuar del modo presenciado o visto»: lo mismo ocurre cuando uno escucha a otros que hablan un idioma "desconocido" para uno, se puede percibir la diferencia y hasta reconocer el idioma en cuestión, pero entender lo que se dicen y llegar a poder hablar en ese idioma son asuntos muy diferentes.

III.6.3.2.- Autoritarismo por desconocimiento del ámbito.

Otra forma de llegar a vivir autoritariamente es la que se deriva del desconocimiento de un determinado ámbito de actividad, aun cuando se haya logrado aprender a usar otros modos más evolucionados en otros ámbitos de actividad. Según hemos visto ya, para que una persona pueda usar un modo ético-moral en uno de los ámbitos de actividad de su vida social requiere de un aprendizaje específico para ese modo en ese ámbito, un aprendizaje específico para cada par "modo-ámbito de actividad". Por lo tanto, una persona que ya esté en condiciones de vivir en algunos ámbitos de actividad en el modo de la autonomía -o en el individualismo-, puede seguir manteniendo la preferencia por el modo autoritario en aquellos ámbitos de actividad en los que todavía no sabe usar el modo democrático -o el individualismo-, habitualmente, en aquellos ámbitos de actividad que comienza a conocer.

El llegar a un ámbito de actividad desconocido genera en la persona novata tensiones y varios miedos: a lo que no conoce, a fallar, a ser rechazada, etc., por lo que recurre al modo más habitual, al más "dominado" y en el que se siente más "cómoda", el autoritario. Busca entonces en ese medio a una autoridad superior externa -un jefe, una persona "antigua" en ese medio social- que le va diciendo "como es la vida" en ese ámbito, lo que "es" correcto y lo que "no lo es". Habitualmente encuentra una contraparte, un guía con el que juega complementariamente los papeles de autoridad dominante que dice o dicta las reglas -por parte del antiguo-, y asumiendo -por su parte- el papel de acatar acríticamente, sumisamente, las reglas que "la autoridad" enseña.

El efecto del desconocimiento como generador de autoritarismo será tanto mayor cuanto menor sea la confianza en sí mismo del sujeto -tendrá más miedos-, cuanto menor sea su experiencia previa de autonomía en otros ámbitos de actividad, siendo también válidas las relaciones inversas -habrá menor efecto mientras mayor sea la confianza en sí mismo, etc.-.

Este efecto del desconocimiento será también influido, fuertemente, por la calidad del medio social -léase: el modo preponderante de ese medio-, que veremos en el próximo punto.

III.6.3.3.- Autoritarismo impuesto por el medio social.

Otro factor importante -talvez el más decisivo- en la opción de las personas por un modo en especial -en este caso el autoritarismo- es el modo ético-moral que predomina en el medio social en que se vive la interacción. El autoritarismo, cuando predomina en un ambiente, puede "arrastrar" a todas las personas que interactúan al uso del autoritarismo, aun cuando la mayoría de ellas puedan "saber ya" usar otros modos más evolucionados y complejos, incluso en ámbitos de actividad similares al presente.

Para que exista la «predominancia» antedicha no se requiere del uso del autoritarismo por la mayoría de las personas del ambiente, a veces basta que actúe con Autoritarismo una pequeña fracción de los participantes, y que su actuar induzca alteraciones suficientes. Es el caso de la intervención de un jefe u otras personas con influencias fuertes -líderes autoritarios, formales o informales-.

Estas situaciones, de gran frecuencia en las sociedades contemporáneas, se ven agravadas por el hecho de que las personas que no saben ni pueden usar el Individualismo o la Autonomía en un determinado ámbito de actividad no están en condiciones ni siquiera de entender porqué los otros están actuando como lo hacen -es decir, operando con Individualismo o Autonomía-, qué razonamientos los guían, en qué consiste eso ni cómo se hace (los que operan con Individualismo o Autonomía si podrían entender, en los sentidos antedichos, a los que operan con heteronomía) lo que hace aflorar en ellas sentimientos de estar en peligro y por ende, de temor y hasta de rabia. "Buenos motivos" para utilizar un autoritarismo fuerte y agresivo. Por lo demás, los que son capaces de usar modos menos arcaicos, también son capaces de volver a usar -regresionar a- modos ya superados, pero que en condiciones difíciles pueden resultarles más seguros -por ser más conocidos-.

Estas características de los modos más arcaicos con respecto a los más complejos y evolucionados hacen que sea el autoritarismo predominante el que puede "arrastrar" al grupo con mucha mayor facilidad que lo que puede hacer el Individualismo o la Autonomía predominantes. Lo veremos con mayor detalle al analizar el caso de los otros modos.

Insistimos en que la Heteronomía, inducida por cualquiera de las condiciones vistas, puede ser el modo terminal de la mayoría de las personas para la mayoría de sus ámbitos de actividad personales, y esto debido a que en las sociedades contemporáneas predomina el autoritarismo en buena parte de los ámbitos de actividad, y además, las personas que son autoridades máximas en las organizaciones suelen ser de edad más o menos avanzada y de elevado Autoritarismo. Por lo mismo, eligen como jefes -las autoridades intermedias en que delegan- personas que también sean autoritarias. Por otra parte, en las culturas actuales, todavía se acepta que la forma autoritaria de administrar las organizaciones es la mejor de todas, e incluso que es la única posible. De allí que muchos confundan «autoridad» con «autoritario», o piensen que «autoritarismo» deriva de «autoridad» o de uso de la autoridad, y en el mejor de los casos, uso de excesiva autoridad.

III.6.4.- Período del Individualismo.

No sabemos con certeza cuáles son las condiciones medioambientales que facilitan y promueven la aparición de este modo, por cuanto no conocemos investigaciones dedicadas a este objeto de estudio específico. Lo que expondremos a continuación son sólo intuiciones -y algunas deducciones- fundadas en similitudes con las condiciones que facilitan y fomentan la aparición de la Autonomía, las que menciona Piaget y las derivadas de las recomendaciones de Lickona en "Raising good children" {42}. También nos ha servido mucho el tratamiento que Lickona hace -en el mismo texto- del período de la pubertad y la adolescencia. En esta parte, Lickona no menciona el modo que hemos propuesto -ni usa los modos de Piaget, sino la escala de evolución de Kohlberg-, pero refleja con claridad la aparición de las características del Individualismo, surgiendo de las condiciones psicosociales actuales en que evolucionan los púberes y adolescentes.

Por lo tanto, lo que aquí anotamos sólo tiene el carácter de estimaciones y conjeturas. Pensamos que se requiere de investigaciones específicas sobre este tema.

El período en que aparecería este modo, como ya hemos dicho, comienza con los inicios de la pubertad, y como producto del desarrollo de una autoestima suficiente como para sentirse en condiciones de evaluar por sí mismo la corrección de las normas -uso del análisis crítico propio-, tanto las existentes como las que se proponen: es el respeto por sí mismo como un igual de quienes plantean o establecen las normas, acompañado de la comprensión de las reglas como «acuerdos sociales» para la regulación de la convivencia. Obviamente, la autoestima no viene sola, es uno de los resultados de múltiples desarrollos, tanto fisiológicos como psicosociológicos, los que se potencian y requieren mutuamente.

Recordemos que, durante el período Autoritario, las reglas se consideran inmanentes, cuasi o literalmente sagradas e "intocables", dadas a priori y/o establecidas por autoridades superiores externas, por lo que el sujeto no se siente autorizado para intervenir, de ninguna manera, en su determinación o modificación: sólo le cabe acatarlas, y, en caso de transgresión de ellas, aceptar el castigo expiatorio que corresponda o que fije la autoridad superior externa. La comprensión individualista de la norma como un acuerdo social entre iguales -en tanto personas- (que también forma parte de la comprensión de la autonomía) trae consigo el abandono de la mayoría de los supuestos autoritarios antedichos -y de otros mencionados cuando vimos in extenso el Autoritarismo-, por supuesto de forma gradual, en la medida en que se asienta este modo. Es en esta fase en que se desarrolla una creciente preocupación por los derechos propios y/o de las personas próximas; no resulta extraño que la permanencia de enfoques ego y sociocéntricos determine un notable descuido por las obligaciones que los derechos implican, a menos que los demás las reclamen, y aún así, a darles menos importancia. Por lo tanto, y a pesar de la despreocupación sistemática por los deberes, no puede caber duda de que el paso desde la comprensión autoritaria de las normas a la individualista constituye un avance evolutivo trascendental, un Cambio2 -en el sentido de Bateson y Waztlawick- en que el mundo social cambia de sentido, modificando todo el contexto social.

Por otra parte, recordando las características de la Autonomía, este modo no sólo implica el respeto por sí mismo como un igual de todos los demás -en tanto personas-, con todas las consecuencias de la idea de normas como un acuerdo social entre iguales, también la capacidad de ponerse en el lugar de los demás -la reversibilidad- lo que permite tomar en cuenta los efectos que sobre todos los demás puedan tener las decisiones que uno toma. Es el respeto por todas las demás personas como iguales a sí mismo -en tanto personas- que lo obliga a uno a preocuparse por todos los otros, sin distinciones, a dar igual importancia a los derechos propios como a los ajenos, con lo que se asume la responsabilidad por los deberes simultáneamente con la exigencia de los derechos de todos. La capacidad de aplicar la reversibilidad, con los todos los efectos socializantes que le siguen y que es fundamental en la Autonomía, está ausente en la visión y las actitudes individualistas. Los individualistas se fijan muchísimo y constantemente en sus derechos y descuidan o minimizan sus obligaciones, deciden centrados en sí mismos y/o en su grupo cercano, sin preocuparse por lo que pueda pasarles a los demás. Un ejemplo, típico del individualismo, es la justificación del uso de las drogas y/o de acciones fuertemente riesgosas, las que proporcionan la apetecida adrenalina: "Tengo derecho a hacer con mi vida lo que yo quiera, bueno o malo, y si sufro algún daño eso es asunto mío, los demás no tienen derecho a interferir".

Consideramos probable que el aparecimiento del Individualismo en vez de la Autonomía se deba a dos factores principales -sin descartar otros, talvez menos relevantes-. Uno puede ser un desfase entre el logro de la capacidad de usar el análisis crítico propio -para cuestionar la validez de las reglas por sí mismo- y la de ponerse en el lugar de los demás -para estimar los efectos que sus decisiones puedan tener en los otros-. Si la segunda capacidad no se desarrolla junto a la de analizar por sí mismo, el resultado sería el que muestran los individualistas, una independencia egoista, centrada en sí mismo o en su grupo cercano -ego o sociocéntrica-, una semi-autonomía o autonomía asocial.

De la lectura de la descripción de la autonomía hecha por Piaget en nuestro texto base, queda la impresión de que ambas capacidades -el uso del análisis crítico propio, derivado de una buena autoestima y las consideraciones sociales de las consecuencias de los actos propios, basadas en el uso de la reversibilidad- se desarrollan de manera simultánea, hasta como producto del mismo proceso. Más aún, Piaget parece condicionar la aparición del respeto por sí mismo -como un igual de los demás, en cuanto persona- a la aparición del respeto por los demás como iguales a sí mismo, y a la inversa: como si el logro de ambos respetos, simultáneamente, fueran dos caras de la misma moneda. Ante la evidencia proporcionada por la multitud de individualistas que podemos observar en acción cabe preguntarse si tal simultaneidad es, efectivamente, real. Pensamos que estas dos capacidades, fundadas en otras que también son diferentes, no se requieren mutuamente, y perfectamente pueden ser conseguidas separadamente, una después de la otra. Tal como parece demostrar lo que ocurre con la inmensa mayoría de los adolescentes actuales -y de gran cantidad de adultos jóvenes y de adultos ya mayores-, sin duda fomentado por una ideología fuertemente dominante que avala y promueve la coexistencia de una buena autoimagen egoista y ego o sociocéntrica, carente de consideración por los demás, reversibilidad aplicada a los demás: autonomía egoísta y egocéntrica, sin consideraciones sociales.

El otro factor -que probablemente se conjuga y complementa con el anterior- puede ser el efecto producido por un medio social en que predomine el Individualismo, el que, por la vía del ejemplo, fomente la mantención del egoismo y el ego y/o sociocentrismo, al tiempo en que se desarrolla la capacidad de usar el análisis crítico propio, pero con el ya mencionado oportunismo individualista.

Este factor, la predominancia del Individualismo, puede ser el que esté influyendo mayormente en la actualidad. Poca duda puede caber de la predominancia de este modo en los ámbitos político-económicos, desde donde parece estar extendiéndose a la mayoría de los otros ámbitos de actividad societales. La extensión del economicismo a otros ámbitos de actividad parece estar arrastrando el Individualismo propio de la economía social de mercado -el individualismo posesivo de Macpherson- a los dominios así "invadidos". Con todas las otras consecuencias sociales ya anotadas, como el exitismo, el consumismo, el "materialismo" ramplón -la persecución de cosas materiales-, la falta de compromiso y de solidaridad, entre tantas otras.

Por último, creemos que se puede conjeturar razonablemente que la permanencia prolongada de una persona en medios de fuerte Ética Primitiva o de igual Autoritarismo pueden inhibir la aparición del Individualismo -y por supuesto de la Autonomía-, no sólo en los ámbitos de actividad en que estos modos más arcaicos predominan, sinó también en otros dominios relacionados con ellos.

Pero insistimos, lo que aquí anotamos no cuenta con respaldo empírico que conozcamos, por lo que urge la realización de investigaciones que confirmen algunas suposiciones, descarten otras, aclaren dudas y despejen interrogantes. Pensamos que la caracterización del Individualismo que aquí hemos propuesto puede ser una base aceptable para la realización de investigaciones semejantes.

III.6.5.- Período de la Autonomía o modo Democrático.

La fase de la Autonomía, o del modo Democrático, o del modo de Cooperación entre Iguales Diferenciados [34], puede y suele surgir en las condiciones sociales que Piaget registra en "El Criterio Moral en el Niño" {1}, al menos en niños y jóvenes adolescentes.

Las investigaciones empíricas de Piaget no fueron concebidas ni dedicadas a determinar las condiciones que puedan favorecer -o retardar- la aparición de la Autonomía en los niños y jóvenes, por lo que hemos debido deducir de lo que él expone en este texto las circunstancias y contextos que nos han parecido más evidentes y claras. También nos han servido, en este caso, las recomendaciones de Lickona contenidas en "Raising Good Children" {42} para los niños y jóvenes de 8 a 18 años y las experiencias derivadas de la realización de cursos formales sobre las materias de esta Tesis que hemos dictado en los últimos tres años. Por lo tanto, estas serían sólo algunas de las condiciones sociales posibles que podrían fomentar la aparición y desarrollo de la Autonomía, las que conocemos con alguna forma de respaldo empírico indirecto y varios testimonios directos, no sistemáticos.

Es probable que las condiciones para adultos o para contextos o ámbitos de actividad muy diferentes a los de los juegos de niños consignados por Piaget; o de los ambientes familiares o escolares tratados por Lickona; o de los ambientes del Instituto de Educación Superior en que dictáramos nuestras clases, sean muy distintas, pero no tenemos información suficiente para afirmarlo ni para negarlo. Por supuesto, creemos que este es un campo muy complejo, de enorme extensión, pero del mayor interés. Pensamos que, además, está casi completamente virgen.

Las condiciones más evidentes que fomentan y permiten la aparición del modo Democrático en una persona serían, principalmente:

-que la persona en cuestión forme parte espontáneamente de un grupo de pares -para un determinado ámbito de actividad-, siendo aceptado libremente como miembro del grupo por los demás,

-que este grupo de pares goce de completa libertad para establecer y modificar entre ellos las normas de la actividad que les interesa y los reune -sin intervención alguna de autoridades externas al grupo-,

-todo esto durante períodos de tiempo suficientes como para que las interacciones logren ser realizadas por todos los miembros del grupo con naturalidad y soltura.

Obviamente que quienes componen un grupo de pares en el que pueda desarrollarse la Autonomía deben cumplir, previamente, con requisitos personales básicos -físicos y psicosociales- que:

-los habiliten para la ejecución de la actividad -por ejemplo, que tengan las capacidades para participar activamente en un juego dado-, con niveles de habilidad semejantes a las de los distintos miembros del grupo,

-estén en condiciones de maduración psicosocial de lograr -en el ámbito de actividad específico de la actividad- el desarrollo de una buena autoestima -el respeto por sí mismo, como un igual a los demás miembros del grupo- que le permitirá ser y sentirse un miembro legítimo del grupo de pares.

-estén en condiciones de maduración psicosocial de aprender a ponerse en el lugar de los otros -en capacidad de aprender a usar la reversibilidad-, la que le permitirá desarrollar un adecuado respeto por los demás miembros del grupo como iguales a sí mismo -en cuanto personas-.

Las características individuales aquí mencionadas son, por supuesto, el resultado de múltiples desarrollos, tanto físico-biológicos como psicosociales, los que pueden ser alcanzados por las personas por infinidad de caminos o procesos distintos, únicos para cada persona, pero cuyos efectos finales confluyen en el logro de las condiciones antedichas. La acción y presencia de los adultos significativos durante el desarrollo de la persona, tanto directa como por la vía ejemplar, por los efectos individuales y por los efectos que el grupo de ellos ejercen -el clima o ambiente generado por el grupo de dichos adultos en torno al infante, que fomenta o inhibe de preferencia ciertos modos ético-morales-, parecen ser de la mayor significación en la evolución de las personas.

Una excelente descripción de los procesos que pueden conducir a las condiciones aquí delineadas puede encontrarse en el texto de Lickona "Raising Good Children" {42}, así como muchas recomendaciones prácticas para fomentarlas activa y deliberadamente. Del mismo autor, "Teaching for Character" {43} muestra una gran cantidad de programas e iniciativas orientadas a producir cambios en la educación formal destinadas a promover un perfeccionamiento ético, y que, en una buena proporción, nos parecen muy adecuadas para acelerar y asegurar la preparación para la Autonomía piagetiana.[35]

De la sola descripción de las condiciones que favorecen el desarrollo de la Autonomía se pueden deducir directamente aquellas que inhibirían su aparición.

Destaca, en estas descripciones, la palabra libre. En la primera condición, la 'aceptación libre de la persona en el grupo de pares', que se 'forma espontáneamente' -es decir, formado libremente- en torno a una actividad de interés común -interés común que no puede ser más que libremente elegido-. También, en la segunda condición, la "completa libertad para establecer y modificar las reglas', y de la tercera, la permanencia de dichas libertades durante tiempos suficientes para que esta forma o modo de relacionarse se haga estable y fluido, 'sin intervención de autoridades externas', es decir otra vez libremente.

Por lo tanto, cualquier interferencia que disminuya el grado de libertad del que gocen los miembros del grupo afectará, proporcionalmente a la magnitud de la interferencia, tanto la calidad de la relación obtenida como el tiempo que ocupen en conseguirla, obviamente, de manera negativa.

Una de las interferencias más negativas para el logro de la autonomía piagetiana es la pretensión de "preparar" a las personas mediante métodos autoritarios, de ética primitiva o individualistas. Los dos primeros implican, necesariamente, obligar a los aprendices de autónomos a ser libres, a ejercitar la libertad, lo que, de sólo enunciarlo, muestra la contradicción intrínseca de tal empeño. Sin embargo, ha sido planteado muy seriamente, y hasta llevado "a la práctica" por multitud de tiranos y dictadores: todavía Pinochet se vanagloria de haber preparado a los chilenos para la democracia mediante los largos y catastróficos 17 años de gobierno autoritario y autocrático, y, tanto él como sus todavía numerosos seguidores, consideran a los enclaves autoritarios que consiguieron negociar y mantener hasta hoy gracias a la amenaza de volver a la dictadura, como "salvaguardas de una verdadera democracia".

Otras experiencias históricas, tan largas y sostenidas como las de varios de los llamados socialismos reales, demuestran que, por mucha de la misma medicina que se aplique, los resultados no serán la democratización, sin que valga la diáfana calidad democrática de los objetivos finales o los principios que inspiren la aplicación de métodos ético-primitivos o autoritarios, o una mezcla de ambos tipos de métodos.

Creemos que la causa fundamental del derrumbe vertiginoso de dichos "socialismos", así como de la asombrosa vuelta casi instantánea del más dasatado capitalismo salvaje en esos territorios, se debe a la fortísima incoherencia entre sus postulados -de casi intachable autonomía- y las formas o modos de llevarlas a la práctica -de indudable ética primitiva y fortísimo autoritarismo-.[36]

Podría pensarse que nada se puede hacer para ayudar, tanto a los jóvenes como a los adultos, a que desarrollen las habilidades y capacidades para que se relacionen de manera democrática, con el modo de la Autonomía. Que habría que esperar, sin hacer nada -para no interferir con el proceso-, hasta que las personas, por sí mismas y de manera total y absolutamente espontánea, formen los grupos de pares y logren la autonomía como puedan, si es que alguna vez lo consiguen.

Pero, afortunadamente, basta con observar atentamente la impresionante cantidad de recomendaciones que el Dr. Lickona hace, en sus dos textos ya citados, para comprender que es mucho lo que ya se puede hacer con sólo seguir inteligentemente la mayoría de sus proposiciones. Y que en el curso de tales intentos surgirán, casi con seguridad, muchas alternativas nuevas de facilitar las ocasiones y condiciones en que se formen los grupos de pares -de toda edad- para que las personas que los componen ejerciten y prueben sus actuales capacidades, para que logren finalmente crecientes grados de autonomía piagetiana. Talvez lo más difícil sea el poder abstenerse de intervenir autoritaria o individualistamente en el proceso, puesto que los mismos participantes pedirán repetidamente "ayuda" de expertos externos: será extraordinariamente difícil mantenerse en el dominio específico de la experticia pedida, sin inmiscuírse en la forma de organizar las relaciones entre los miembros del grupo como al experto le gustaría.

En los cursos de Ética que hemos dictado en los últimos tres años en un Instituto Profesional, y en los que hemos expuesto sistemáticamente las materias contenidas en esta Tesis, hemos podido observar que numerosos alumnos de estos cursos informan que estos conocimientos les han permitido modificar sus relaciones interpersonales, disminuyendo las expresiones de autoritarismo y de individualismo -propias y ajenas-, y aumentando las de la autonomía, dentro del grupo "curso", de los que comparten dichos conocimientos.

Nos han informado que, cuando alguien del grupo se da cuenta de estar siendo perjudicado por actitudes y/o comportamientos autoritarios -dominantes, sumisos o rebeldes- o individualista de parte de otro(s), puede reclamar sus derechos o la simple conveniencia de cambiar dichas actitudes y comportamientos, por no ser los más adecuados y/o correctos. Si dichos reclamos son efectuados con respeto y tranquilidad -es decir, con el modo democrático-, suelen ser aceptados por las contrapartes, las que piden las disculpas del caso y cambian, eventualmente, al uso de la autonomía.

De acuerdo a sus relatos, lo aprendido en el curso les facilita y permite:

a) detectar las actitudes y/o comportamientos de los modos no democráticos, con mayor facilidad los ajenos pero también los propios, en especial cuando se los hacen ver con tranquilidad y respeto,

b) aceptar con tranquilidad -y comprensión- dichos comportamientos, lo que les facilita el paso siguiente,

c) imaginar y elegir alternativas de acción democráticas, optando por la mejor de varias, y finalmente,

d) realizarla con autonomía, es decir, con respeto por sí mismo simultáneo con respeto por los demás -incluídos los ausentes-, de mutuo acuerdo.

De todo lo anterior deriva un mejoramiento apreciable del "clima interno" en el curso, y aún cuando el uso de estas herramientas conceptuales no ha sido masiva, los alumnos comunican que les han servido para resolver situaciones de conflicto que podrían haberse agravado si se hubieran tratado de manera convencional.

Pero las ventajas de haber realizado y aprobado el curso parecen extenderse también a las relaciones con personas que NO comparten dichos conocimientos, ajenas al curso. Entre ellas, destacan las siguientes capacidades:

a) descubrir y comprender los motivos -casi siempre no conscientes- que son la base psicológica de las actitudes y comportamientos no democráticos de las personas,

b) en base a la comprensión anterior, entender que dichas actitudes y comportamientos NO están orientados a perjudicarlo a uno en especial -habitualmente se usan porque no se tiene la capacidad de usar otros mejores, con CUALQUIER persona-, por lo que no provocan la sensación de estar siendo atacado, y por ende, pueden asumirse con tranquilidad,

c) la tranquilidad permite reflexionar mejor, orientándose así a la solución de los conflictos en vez de "atacar en defensa propia",

d) la buena disposición facilita buscar, imaginar y encontrar alternativas no controversiales de acción, de conveniencia mutua,

e) una vez encontradas, proponer convincentemente estas alternativas, justificándolas respetuosamente pero con serena firmeza, mostrando los aspectos que favorecen a ambos lados, y, finalmente,

f) llevarlas a la práctica con flexibilidad y constancia.

Hemos recibido constancia de que estas habilidades han servido para mejorar las relaciones con personas que "no saben nada" de los modos ético-morales, con quienes no se necesita usar los conceptos correspondientes y con los que se han tenido relaciones habitualmente "difíciles". Con esta capacitación ha sido posible "entender mejor" y "entenderse mejor" con jefes, padres y autoridades muy autoritarias, con hermanos, amigos y compañeros muy individualistas, resolviendo con mayor facilidad los conflictos que suelen surgir en la relación con ellos.

También hemos recibido varios testimonios de alumnas y alumnos que, por propia iniciativa, han transmitido las materias del curso a sus familias, llevándoles sus apuntes de clase y material de lectura, compartiéndolos con ellos, con el fin expreso de resolver situaciones conflictivas. Los resultados obtenidos muestran diferentes niveles de éxito, unos cuantos sorprendemente notables. Pero incluso en aquellos casos en que ha habido poca o nula recepción de personas muy fuertemente autoritarias o individualistas, sí han sido útiles para el resto de los involucrados, al menos para "entender" a los renuentes, lo que ha servido para disminuir el grado de tensión anterior.

Parece razonable deducir de la evidencia recibida que los mejores resultados se consiguen cuando las personas involucradas comparten estos conocimientos, y cuando conceptos tales como «autoritario» o «individualista» NO se usan como insultos o con ánimo de descalificar, es decir, cuando estos conocimientos se utilizan con el modo democrático.

Debemos recalcar que la observación rigurosa de las condiciones antedichas para el buen desarrollo de la autonomía que deducíamos de las lecturas de Piaget y Lickona (Cf. ps. 166 y 167), resulta de la mayor importancia para la aplicación exitosa de los posibles "conocimientos académicos" a la solución de conflictos de relación interpersonal. La información recibida nos permite abrigar la esperanza de que este tipo de enseñanza -o alguna variante de ella- puedan ayudar también al desarrollo de técnicas específicas para fomentar la evolución ético-moral acelerada de las personas, de manera sistemática, sostenida y confiable.

Sin embargo, pensamos que conviene ser prudentes y no sacar conclusiones apresuradas, ya que estas aplicaciones y posibles técnicas son todavía muy tentativas e incipientes, y que se requiere de investigaciones amplias y específicas al respecto.

A pesar del extraordinario interés del estudio de las condiciones y posibles técnicas para promover el uso de la autonomía ético-moral y desalentar el uso de los otros modos -las que describe Lickona en "Raising good Children" {42} y "Educating for Character" {43} y las que hemos intentado con los Cursos de Ética-, consideramos que profundizar más en este tema excede con mucho los alcances de este trabajo, por lo que remitimos al lector a los textos aquí citados -y a otros citados en ellos- para quienes deseen estudiarlo con mayor acuciosidad.


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Notas



[33] La mayoría de los juegos constituyen instituciones sociales con reglas muy claramente establecidas, las que sólo se diferencian de las reglas de uso cotidiano en sus contenidos o preceptos. Como las de la "vida seria", también pueden ser de características autoritarias o de autonomía, según las entiendan y vivan quienes las aplican. Cuando un jugador trata de actuar en forma completa y continuadamente anómica, o con Ética Primitiva, el juego se desnaturaliza, desaparece. La anomía abierta y lúdica a la que nos referimos -el no respetar las reglas- sólo puede ser parcial y por un corto período, ya que rápidamente se transforma en un juego con otras reglas. Si se recurre a la Ética Primitiva, el juego se convierte rápidamente en pelea, con dos opciones, termina el juego o la pelea. Cabe destacar que estos son supuestos básicos de Piaget para la elaboración de su texto sobre ética.

[ Esta denominación, modo «de la cooperación entre iguales diferenciados», es una leve variación de aquella que Piaget asignaba al adulto civilizado: "...el adulto civilizado contemporáneo presenta este carácter esencial de una cooperación entre personalidades diferenciadas que se consideran iguales entre sí." (Piaget, J. "El criterio moral..." {1} pág. 72. El subrayado es nuestro.

[35] Ambos textos no están aún traducidos al castellano, que sepamos. Pensamos que su sola traducción sería ya un muy buen apoyo para el mundo de habla hispana. La difusión de estas traducciones podrían, en el peor de los casos, promover la discusión de sus postulados y la búsqueda de soluciones alternativas más adecuadas al mundo latino.

[36] Hemos planteado someramente esta creencia en un pequeño artículo escrito durante el curso de esta Maestría, en el curso Elementos de Economía, dictado por Leonardo Navarro, "El colapso de los socialismos reales y el autoritarismo según Piaget" {19}. Cuando escribimos este articulo aún considerábamos como un solo modo al Autoritarismo y la Ética Primitiva, a pesar de lo cual nos parece que lo allí afirmado y desarrollado continua siendo válido, tal cual está. Volver